Urbain Le Verrier |
En 1845, unos 60 años
después del descubrimiento del planeta Urano, el astrónomo francés Urbain Le
Verrier trató de resolver el problema planteado por las discrepancias de algunos
minutos de arco detectadas entre la órbita observada de este planeta y las
predicciones realizadas aplicando la teoría de Newton. Le Verrier pensó que el
problema se resolvería si existiese otro planeta desconocido más allá de Urano.
El 23 de septiembre de 1846, el astrónomo alemán Galle descubrió ese nuevo planeta,
que recibió el nombre de Neptuno. El éxito de la
predicción se convirtió en una noticia científica de primer
orden y dio un espaldarazo a la teoría de la
gravitación de Newton.
Durante décadas, algunas
irregularidades aún no explicadas en las órbitas de Urano y Neptuno se
atribuyeron a la existencia de otro posible planeta, situado aun más lejos del
sol. En 1906, Percival Lowell emprendió en su observatorio privado de Falstaff,
Arizona, un programa para la búsqueda del planeta X, así llamado, no por su
número de orden (que sería el 9), sino porque la letra X representa
tradicionalmente la incógnita, lo desconocido, en una expresión matemática. En
1930, después de la muerte de Lowell, Clyde Tombaugh descubrió Plutón, que
pasó a ser considerado el planeta número 9, pero como su pequeña masa era insuficiente
para explicar las discrepancias, la X del nombre del planeta X pasó
automáticamente a significar también el número 10, lo que estaba de acuerdo con
el significado de esa letra en el sistema romano de numeración.
En 1987, la búsqueda del
planeta X seguía siendo infructuosa. Del
análisis de las órbitas de las cápsulas espaciales Pioneer X y XI se dedujo
que ninguna
de esas cápsulas se había visto sometida a la influencia del misterioso planeta
X, por lo que, si dicho planeta existiera, debía encontrarse en una
órbita muy elíptica, inclinada al menos 30º respecto al plano de la órbita de las
dos cápsulas espaciales.
En 1992 se propuso que el
planeta X podía no ser un planeta, sino un enjambre de astros
del tamaño de Plutón (mil por lo menos). En 1999, tras el análisis de las órbitas
de los cometas, se propuso la existencia de un
planeta del tamaño de Júpiter (o incluso mayor), a 25.000 unidades
astronómicas del sol. Una unidad astronómica (1 UA) es la distancia de la
Tierra al sol. Esta posibilidad fue eliminada cuando
las observaciones del satélite WISE de la NASA descartaron la posibilidad de que haya un astro desconocido del tamaño de Saturno a menos de medio año-luz
del sol (unas 30.000 UA). Tampoco puede haber ningún astro del tamaño de
Júpiter a menos de 1,5 años-luz (90.000 UA).
En 2001, analizando
la órbita del cometa 2000 CR105, se propuso para explicarla la
existencia de un planeta desconocido, de tamaño intermedio entre Marte y la
Tierra, a la altura del cinturón de Kuiper, una acumulación de objetos
situada más allá de Neptuno, entre 30 y 55 unidades astronómicas del sol.
Plutón |
El 24 de agosto de 2006, la Unión Astronómica Internacional decidió despojar a Plutón
del título de planeta, rebajándole a la categoría de planeta
enano o plutoide, en la que se clasificaron también otros astros, como Ceres,
el más grande de los asteroides, y Eris, más masivo que Plutón y situado más
lejos que este. Con ello, automáticamente, el planeta X pasaba a ser de nuevo
conocido con el nombre alternativo de planeta 9, y el doble sentido de la letra
X dejaba de ser aplicable.
A partir de 2016, el
análisis de las órbitas de varios astros recientemente descubiertos en el
cinturón de Kuiper y la realización de simulaciones sugirieron la idea de que
podía haber un
planeta desconocido, hasta 10 veces mayor que Tierra, u otro astro de masa
equivalente, a 500 o 600 UA del sol. En comparación, la distancia de Neptuno al
sol es de menos de 30 unidades astronómicas y su masa unas 17 veces la de la
Tierra.
De Investigación y Ciencia, Abril 2016 |
La última teoría sugiere que
el planeta 9 podría no ser un planeta, sino un
agujero negro primordial unas 10 veces más masivo que la Tierra, situado a
unas 500 UA del sol, que se habría formado poco después del Big Bang, lo que lo
haría mucho más difícil de detectar que si fuese un planeta. Sin embargo ya hay
propuestas para su localización, como una, planteada en 2020, que consistiría
en enviar a la zona prevista una flota de naves espaciales de unos 100 gramos cada
una, aceleradas mediante rayos láser hasta una velocidad de 300 km/segundo, con
la que podrían llegar a esa distancia en unos 10 años, y que enviarían pulsos
de radio que permitirían detectar si las pequeñas sondas se habían visto sometidas,
en alguna parte de su trayectoria, a la atracción de un astro desconocido.
Edward Witten, uno de los autores de la propuesta, se muestra escéptico y dice
que no está claro que esta propuesta sea práctica,
mientras otros investigadores, como Mike Brown, sostienen que hay cero razones para sospechar que el planeta 9 es un
agujero negro.
Entre tanto, ha habido otras opciones. Una teoría que se
remonta a 1984 sostiene que el
sol podría ser parte de un sistema binario de estrellas, y que su compañera
(apodada Némesis, la diosa griega de la
venganza) tendría que moverse por una órbita extremadamente alargada que la
llevaría a una distancia máxima del sol de 88.000 unidades astronómicas (más de
un año-luz). Cuando la estrella, que podría ser una enana marrón (lo que la
haría muy difícil de localizar) se acercara al sol una vez cada 26 millones de
años, su influencia sobre los cometas de la nube de Oort haría que muchos de
ellos se precipitaran sobre el sistema solar interior. Sus impactos con la
Tierra causarían extinciones masivas, como la del final del Cretácico que acabó
con los dinosaurios. Esta teoría perdió peso cuando se comprobó que el periodo
de 26 millones de años de las extinciones masivas podía, después de todo, ser
un artefacto estadístico.
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Manuel Alfonseca
Muchas gracias.
ResponderEliminarMuy interesante para los aficionados a la astronomía o para los que, como yo mismo, tenemos hijos en edad escolar con los que discutir la condición de planeta o planetoide de Pluton y Ceres.
Gran artículo.
Por favor, lea las instrucciones que hay debajo del campo donde se escriben los comentarios.
EliminarHola lamento haber tardado un día más en leerlo. Lo estoy haciendo desde el móvil. Al final lo pospuse ayer porque tuve que ir al dentista y el ordenador no me deja entrar en windows. Las actualizaciones no se han instalado y me temo que mi ordenador se encuentre en las últimas. La culpa es mía por haberlo tenido tanto tiempo sin usar. Tendré que ahorrar y comprarme uno. Además mi hermana perdió el bolso y hemos tenido una bronca tremenda y varios ataques de nervios. Por lo que ha sido un día aciago para mí.
ResponderEliminarPero vamos a hablar del artículo. Es absolutamente fascinante parece ser que hasta nuestro propio Sistema Solar aún tiene misterios por descubrir. Es relativamente inquietante lo del agujero negro y lo de la estrella marrón. Pero creo que de momento son especulaciones y teorías como suele ocurrir en estos casos. Ha sido muy interesante contar cómo se descubrieron Neptuno y Plutón.
"Eterno", en su sentido propio, quiere decir "sin sucesión", sin antes, sin después, sólo presente, por tanto, sin cambio, y sí, también sin comienzo ni fin.
ResponderEliminarPero impropiamente don Manuel Alfonseca usa el término en varios artículos en el sentido de una duración sucesiva sin comienzo ni fin.
Lo que Santo Tomás dice no es que Dios podría haber creado un mundo "eterno" en el sentido propio del término, sino que podría haber creado un mundo obviamente sucesivo y temporal, pero sin comienzo temporal.
No está de acuerdo con Aristóteles que dice que efectivamente ése es el mundo en que vivimos (o al menos, parece decirlo, de hecho, Santo Tomás trata de mostrar que Aristóteles no dijo eso) ni tampoco con los que creen que pueden demostrar con la razón que el mundo comenzó a existir, porque, dicen éstos, Dios no podría haber creado un mundo sin comienzo temporal.
Miguel dice: "Pero impropiamente don Manuel Alfonseca usa el término en varios artículos en el sentido de una duración sucesiva sin comienzo ni fin."
Eliminar¿Dónde he dicho tal cosa? Estoy prácticamente seguro de que no lo he dicho en ningún sitio, porque este es uno de mis caballos de batalla. De hecho, al final del artículo que menciono a continuación lo digo explícitamente, criticando la traducción española incorrecta del título del libro de Chesterton "The everlasting man": El hombre, ¿un animal más?
De lo que sí he hablado en otros artículos es de la teoría de la "inflación eterna", pero ese título no se lo doy yo, sino los que la han inventado. Como de costumbre, utilizan mal la palabra "eterno". Pero por favor, no me eche a mí en cara un error contra el que vengo combatiendo desde hace muchos años.
Don Manuel: muy interesante discusión. Algo que no me queda claro es cómo puede Dios crear la materia sin comienzo temporal, como afirma santo Tomás. Porque si fue creada en la eternidad, la materia sería inmutable, sin cambio alguno, y no es el caso. Parece más bien que la creación empezó con el big bang, porque el tiempo es una propiedad de la materia, y no tiene sentido preguntar qué habia antes del big bang, porque no hubo un "antes". ¿No cree Ud. que se equivocó santo Tomás al afirmar que un mundo sin comienzo temporal es posible?
EliminarEterno significa fuera del tiempo. La palabra correcta para un tiempo indefinido es perdurable. Boecio fue el primiero que hizo la distinción. Lo que dice Santo Tomás de Aquino es que no hay contradicción en que el tiempo pudiera ser perdurable. Que el universo podría haber sido creado en un tiempo indefinido, o con un principio, y ambas cosas serían compatibles con una creación por parte de Dios. Así que no creo que santo Tomás se equivocase.
EliminarEn cuanto al Big Bang, la ciencia actual no sabe si el tiempo empezó con él, o si había empezado antes. Por eso, entre otros motivos Georges Lemaître aconsejó al papa Pío XII que no identificara el Big Bang (su propia teoría) con la creación.