Dorothy L. Sayers |
He dicho a menudo (y lo repetiré tantas veces como haga falta) que la enseñanza en España ha ido de mal en peor durante los últimos cincuenta años. Casi siempre que ha cambiado el gobierno se ha pergeñado una nueva ley de educación que, sin ninguna excepción, ha sido siempre peor que la anterior. También se ha alargado la duración de la enseñanza. En 1963, yo ingresé en la universidad con 17 años recién cumplidos. Hoy nadie lo hace sin haber cumplido 18. A veces se aduce que es que tienen que aprender más cosas y necesitan más tiempo. Quizá sea verdad, pero ¿realmente, al llegar a la universidad, saben más que antes?
La respuesta a esta pregunta es, sin duda, negativa. Cuando llegan a la universidad, el nivel de los estudiantes es cada vez más bajo, cada vez saben menos, no son capaces de razonar y a veces ni siquiera entienden lo que leen. Cada vez son más fáciles de manipular. Quizá sea eso lo que se pretende.
Frente a esta situación, echemos
una ojeada al sistema de enseñanza más utilizado durante la Edad Media europea.
Constaba de siete materias, distribuidas en dos grandes grupos. El primero (el Trívium) abarcaba tres: Gramática, Dialéctica
y Retórica. El segundo (el Quadrívium)
comprendía las otras cuatro: Aritmética, Geometría, Astronomía y Música (o sea,
ciencia y arte). Estas materias parecen más normales, porque se asemejan
a las que se enseñan en nuestros colegios y universidades. No ocurre lo mismo
con las tres primeras, sobre todo con la segunda y la tercera. Y, sin embargo,
esas tres materias eran básicas (y por eso iban antes), pues su objetivo era
enseñar a los alumnos a razonar, a debatir y a expresarse correctamente.
En un artículo (The Lost Tools of Learning) escrito en 1948,
pero perfectamente aplicable hoy, Dorothy L. Sayers escribió esto:
Aunque a menudo conseguimos enseñar
"asignaturas" a nuestros alumnos, fracasamos lamentablemente al
enseñarles a pensar. Aprenden de todo, excepto el arte de aprender.
Sayers sostiene que la enseñanza
actual ha perdido el rumbo y olvidado qué es lo que se debe enseñar, algo que sí
sabían en la Edad Media. Y resume las consecuencias de este fracaso en las
siguientes demoledoras palabras:
Dejamos que nuestros jóvenes salgan
desarmados, precisamente cuando la armadura es más necesaria que nunca. Al
enseñarles a todos a leer, los hemos dejado a merced de la palabra impresa...
No saben lo que significan las palabras; no saben cómo protegerse de ellas o quitarles
el filo o devolverlas; sus emociones son presa de las palabras, en lugar de dominarlas
con su intelecto... Hablamos de boquilla sobre la importancia de la educación:
palabrería y, ocasionalmente, una pequeña subvención económica... Creo que todo
nuestro esfuerzo se frustra, porque hemos perdido las herramientas de
aprendizaje, y en su ausencia nuestra obra sólo puede ser chapucera y
fragmentaria.
¿Cómo aprendían a pensar en la
Edad Media? Con el Trívium. La
gramática les enseñaba lo que significan las palabras y cómo deben utilizarse.
La dialéctica, a razonar y a debatir. La retórica, a expresarse correctamente de
palabra y por escrito.
La Gramática, como
la define San Isidoro de Sevilla, es la capacidad
de hablar. La Gramática era entonces más amplia de lo que hoy
pensamos. Todavía en tiempos del Imperio Romano, Quintiliano sostiene que la traducción
correcta de la palabra griega grammatike era la palabra latina literatura.
Como explica C.S. Lewis en su libro The discarded
image, que trata sobre la cultura medieval, la Gramática incluía la sintaxis, la etimología, la
prosodia y la explicación de las alusiones. San Isidoro incluye también la
historia entre los departamentos de la gramática.
La Dialéctica
enseña a razonar, a discutir, a distinguir las afirmaciones verdaderas de las
falsas, y a demostrar que lo son. Incluye la Lógica y el arte de la discusión.
Es un arte muy necesaria hoy día, pero que lamentablemente ha sido abandonada.
Porque hoy, como señala Sayers, la detección de las falacias lógicas es la
única forma de defendernos del número enorme de razonamientos incorrectos que nos
proponen. Con sus palabras:
La crítica no debe ser sólo destructiva; pero
el maestro y los alumnos deben estar preparados para detectar falacias, razonamientos
chapuceros, ambigüedades, irrelevancias y redundancias, y a lanzarse contra ellos
como ratas.
En cuanto a la Retórica,
trata de desarrollar un estilo elegante y adecuado en los textos hablados y
escritos. La Retórica es la más práctica de las artes.
Sayers sostiene que las tres
materias del Trívium se adaptan de forma natural al desarrollo
del niño. En la primera fase, la de la Gramática, deben dominar la observación
y la memoria, esa facultad tan despreciada hoy día, pero necesaria e importantísima.
En la segunda, cuando el niño se vuelve impertinente, lo discute todo y tiende
trampas verbales a sus mayores, es cuando debe enseñársele dialéctica. En la
tercera, a partir del comienzo de la pubertad, sería conveniente enseñarles
retórica.
Una anécdota personal: en mi
papel como catedrático honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, que he
desempeñado desde mi jubilación, en estos últimos años he dado una clase sobre
retórica a los alumnos de la asignatura Informática
y Sociedad de la Escuela Politécnica Superior. Parece ser, según
me han contado otros profesores, que a los alumnos les encanta, y que dicen que
aprenden mucho. Porque, como consecuencia de los métodos actuales de enseñanza,
los estudiantes universitarios no saben expresarse por escrito y están deseosos
de aprenderlo.
Publicado en La Nueva Razón el 29/12/2022
Original, racional, inteligente y revelador. Gracias Manuel.
ResponderEliminarManuel, completamente de acuerdo contigo, y con Sayers. Afortunadamente, la conciencia de estas graves carencias en la educación moderna se va extendiendo a otros enseñantes (al menos es mi percepción), aunque es enorme la presión del "sistema" por mantenerlo tal cual es.
ResponderEliminarAquí sería pertinente citar de nuevo a nuestro estimado Schumacher, con su énfasis en la importancia de enseñar el saber qué (racionalidad ética o humanista) frente al exclusivo saber cómo (racionalidad instrumental). Einstein lo expresaba también con estas palabras: lo que caracteriza nuestra época es la perfección del método y la confusión de objetivos.
No sé cuál habrá sido tu experiencia personal, partiendo de tu formación técnica (no recuerdo si en Matemáticas, Informática, Ingeniería...). La mía (ingeniero de telecomunicación) ha sido que a lo largo de mi vida académica he ido descubriendo yo mismo, en primer lugar, la necesidad de aprender a pensar de forma no instrumental, y en consecuencia la necesidad de enseñar eso mismo a los estudiantes universitarios.
El fruto principal es el curso de Ética para Ingenieros que imparto desde hace diez años -que fue galardonado con el Premio Razón Abierta- y uno más reciente que estoy impartiendo ahora por primera vez, Inteligencia Natural y Artificial. Coincido también con lo que dices de tus alumnos: están deseosos de recibir cursos como estos en la universidad.
(Por cierto, has incluido tu entrada en un hilo sobre Política y Economía, ¿no tienes uno sobre Educación? A la derecha escribes "Hilos Temáticos en Divulciencia" pero no hay enlace.)
Contesto a tu pregunta: en este blog no hay un hilo sobre Educación. Quizá debería haberlo, pero mis artículos de Schumacher que trataban sobre el tema los incluí en el hilo de política y economía, porque al fin y al cabo Schumacher era economista. Quizá debería desdoblarlo. Lo pensaré.
Eliminar¡Ah, el enlace de "Hilos Temáticos en Divulciencia" es el del artículo que está justo debajo, el de "Cinco años de Divulciencia". En ese artículo es donde se habla de los hilos. Lo corregiré.
EliminarMuy interesante y actual, lamentablemente.
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