La historia del mono número 100 es un buen ejemplo de cómo surgen y se propagan las seudociencias.
Las colonias de macacos japoneses (Macaca fuscata) han sido estudiadas durante años por los etólogos. Durante los años 50 y 60 del siglo XX, una colonia de macacos de la isla de Kōjima fue cuidadosamente estudiada por un equipo de investigadores japoneses. Para facilitar la investigación, los monos eran alimentados por los investigadores con batatas y otros productos, que les dejaban en la playa de la isla y otros lugares. En 1953, una mona joven descubrió que las batatas de la playa, que estaban incrustadas de arena, eran más sabrosas si las lavaba en el mar antes de comerlas. El descubrimiento fue propagándose lentamente entre los macacos de la colonia, especialmente los más jóvenes. Los más viejos, sin embargo, no aprendieron esta nueva conducta.
En 1965, el investigador Masao
Kawai publicó un
artículo en el que relató los resultados de 10 años de investigación con
esta población de macacos y dice lo siguiente:
La adquisición de [esta] conducta puede
dividirse en dos periodos: antes y después de 1958… 1) El primer periodo… de
propagación individual… [en el que los monos
que adquirían la nueva conducta no la aprendían de sus mayores, sino de individuos
juveniles que la habían aprendido antes.] 2) El
segundo periodo… de propagación precultural [en el que los macacos
infantiles la aprendían de sus padres, como ocurre normalmente en muchos
animales.]
En 1979, Lyall Watson publicó un libro
(Lifetide) en el que describió de
la siguiente manera lo que había ocurrido en Kōjima (lo que sigue es mi resumen
parafraseado de las afirmaciones de Watson):
En 1958, en la población de monos de la
isla de Kōjima, ocurrió un fenómeno inesperado. Cuando cierto mono (digamos el
mono número 100) aprendió la nueva conducta (lavar las batatas en el mar) esa
conducta se extendió súbitamente a toda la población. No sólo eso, sino que
también se extendió súbitamente a otras islas vecinas donde antes no se había
detectado. Esto es tan sorprendente, que el equipo japonés no se ha atrevido a
publicar todos sus resultados.
Watson saca de ahí la conclusión
de que el fenómeno del mono número 100
demuestra que cuando un número suficiente de seres aprende una nueva conducta,
dicha conducta se transmite espontáneamente a toda la población, e incluso salta
fuera de sus límites geográficos, convirtiéndose en conocimiento racial.
Hay que señalar que Watson es partidario de la percepción extrasensorial en el
hombre y utiliza este fenómeno del mono número 100 como apoyo
para sus ideas en ese campo.
El fenómeno del mono número
100 se extendió como la espuma en los ambientes relacionados con la New
Age, en los que se encuadra Watson. Hubo quien utilizó este fenómeno
para afirmar que los seres humanos podríamos impedir una posible guerra nuclear
catastrófica, simplemente aumentando el número de personas opuestas a la misma.
Al cruzar un umbral, seguramente esa conducta se extendería a toda la población
mundial, y el peligro se habría evitado.
Al parecer, ninguno de los que
abrazaron ansiosos la teoría del mono número 100 y quisieron aplicarla al
hombre se molestó en comprobar la documentación aportada por Watson (cinco
artículos publicados por el equipo japonés). En 1985, Ron Amundsen decidió
investigar el asunto leyendo la bibliografía. Lo que descubrió fue esto (mi
paráfrasis de su
artículo):
Es falso que el equipo japonés no se
atreviera a publicar todos sus descubrimientos. Toda la información está en los
artículos, especialmente en el de Kawai mencionado arriba. Es falso que en 1958
la conducta del lavado de batatas se extendiera bruscamente a toda la
población. Ese año sólo la aprendieron dos monos. Es evidente que Watson entendió
mal las palabras de Kawai mencionadas más arriba, señalando que 1958 supuso un
cambio en el modo de transmisión de la conducta, porque los macacos infantiles
de los años anteriores se hicieron adultos y empezaron a enseñársela a sus
hijos. Es falso que ese comportamiento se extendiera bruscamente a islas
vecinas. Es cierto que apareció en alguna de ellas, pero la causa pudo ser su
descubrimiento independiente, o el posible paso de una isla a otra de alguno de
los monos que lo conocían.
¿Cómo respondió Watson a las
críticas? Aceptó que el fenómeno del mono número 100 era producto
de su imaginación, y trató de justificarse diciendo que él no puso las
referencias de los artículos japoneses como documentación, sino
como herramientas. Como señala Amundsen, quizá ser refutado por tus propias herramientas es menos
doloroso que ser refutado por tu propia documentación.
Finalmente, aunque Watson confiesa que su fenómeno no ocurrió en Kōjima, afirma
que es verdadero.
Así surgen y se propagan muchas
seudociencias: porque todo el mundo acepta lo que dicen sus creadores, sin
molestarse en confirmarlo. Quizá dentro de poco veamos surgir nuevas seudociencias,
cuyos creadores serán ChatGPT y sus sucesores (como GPT4).
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Manuel Alfonseca
Gracias, muy buena explicación de los trabajos de Kawai y Amundsen, y del "trabajo" de Watson.
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