¿Qué dice la teoría de la evolución?

Árbol de la vida

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La teoría de la evolución, en su forma actual, afirma que la transformación de las especies (la evolución de la vida) depende de cinco factores:

1.      Variaciones espontáneas del genoma (mutaciones, recombinación genética y otros sucesos que modifican el genoma).

2.      Variaciones espontáneas del medio ambiente. Este factor muchas veces no se tiene en cuenta, pues el medio ambiente suele ser bastante estable, aunque a veces se producen cambios bruscos que pueden tener enormes consecuencias.

3.      La herencia, gracias a la cual las variaciones que se producen como consecuencia del primer factor se transmiten a la descendencia y son sometidas a la acción de la selección natural.

4.      La selección natural, que significa que los individuos cuyo genoma los adapta mejor al medio ambiente dejarán más descendencia (al menos de forma estadística).

5.      Las leyes básicas del universo, que en la actualidad están representadas por la teoría cuántica y la teoría de la relatividad.

¿Somos especistas?

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En el capítulo 6 de su libro ¿Qué es la Antropología? (2020), Francisco de Paula Rodríguez Valls escribe:

Especismo humano sería actuar conforme a la lógica de la supervivencia aprovechando en su beneficio todo el poder de sus facultades. El resto de las especies lo haría, por supuesto... El ser humano es el único que puede no [ser especista] haciéndose cargo de la totalidad del planeta bajo la categoría de cuidado. Poniendo su poder al servicio de todo el reino de la vida.

El diccionario de la Real Academia define así la palabra especismo:

1.      Discriminación de los animales por considerarlos especies inferiores.

2.    Creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlos en beneficio propio.

La convergencia evolutiva

Stephen Jay Gould

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Una de las controversias más espectaculares a las que dio origen la biología de finales del siglo XX fue la que mantuvieron dos biólogos famosos: el estadounidense Stephen Jay Gould, y el británico Simon Conway Morris. La controversia comenzó con un libro del primero, publicado en 1989, La vida maravillosa (Wonderful life. The Burgess Shale and the Nature of History), al que contestó Conway Morris en 1997 con otro libro, El crisol de la creación (The Crucible of Creation). Como indica el subtítulo del libro de Gould, ambos biólogos se apoyaron en los descubrimientos de la fauna cámbrica de Burgess Shale (Canadá), a la que hice referencia en otro artículo, y que fue descubierta y estudiada precisamente por Conway Morris.

En su estudio, Stephen Jay Gould se fija especialmente en la diversificación sorprendente y brusca que tuvo lugar hace 550 millones de años y que dejó su huella en la fauna de Burgess Shale para sostener que en la evolución dominan los efectos del azar, por lo que, si rebobináramos la historia de la vida y repitiéramos el proceso evolutivo, los resultados no se parecerían nada a los que tenemos ahora. Como corolario, si existe vida animal en otros mundos, alrededor de otras estrellas, esa vida no se parecerá nada a la terrestre. Y si existe vida inteligente fuera de la Tierra, su aspecto físico no se parecerá nada al nuestro.

El agua y el origen de la vida

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Todos los seres vivos, desde los microbios hasta el hombre, viven en el agua o la contienen en su interior. Todas las reacciones químicas que tienen lugar en el interior de las células se llevan a cabo en el agua. 

El agua líquida es un compuesto extraordinario, pues tiene propiedades muy raras. Por ejemplo, es una de las sustancias de mayor calor especifico. Esto significa que cuando se aporta o se roba calor a una masa de agua, la temperatura varía más despacio que en cualquier otro líquido. Esto es importante para los seres vivos, pues el agua actúa como estabilizador del medio ambiente. Además, es el líquido no metálico que tiene más alta conductividad térmica, por lo que las variaciones locales de temperatura se equilibran con gran rapidez. 

La mayor parte de los líquidos se contraen al solidificarse, pero el agua es una excepción. Presenta su densidad máxima a una temperatura de 4°C. La densidad del hielo es más baja, 0,92 veces menor, por lo que el hielo flota sobre el agua. Por eso, cuando la temperatura desciende, el agua se hiela desde arriba hacia abajo, mientras que otros líquidos se solidifican de abajo a arriba. Esto tiene también importantes consecuencias biológicas. En los mares polares y en las aguas dulces de regiones frías, cuando la temperatura desciende por debajo del punto de congelación, la capa de hielo superficial aísla del frío a las aguas que quedan debajo, que no llegan a helarse. Por eso, los seres que habitan en ellas pueden permanecer vivos y activos, a pesar de las rigurosas condiciones ambientales.