La Tierra hueca en la seudociencia y la ciencia

Cyrus Reed Teed (Koresh)


En 1870 surgió, fuera del ámbito literario, una variante curiosísima de la teoría de la Tierra hueca. El estadounidense Cyrus Read Teed proclamó su convencimiento de que la Tierra es hueca, pero (aquí está la diferencia con las teorías anteriores) nosotros vivimos en el interior. A pesar de que sabemos desde hace más de dos mil años que la superficie del mar es convexa, y de los argumentos que llevaron a los filósofos griegos a asignar a la Tierra forma esférica y a situarnos en su superficie exterior, Teed estaba convencido de que en realidad la Tierra es cóncava. El espacio exterior, que parece infinito, sería sólo una burbuja hueca en el interior de un universo de roca. Teed cambió su nombre a Koresh y fundó una religión (koreshianismo) que llegó a tener miles de adeptos, aunque se dispersaron después de su muerte en 1908.
Poco después, un aviador alemán llamado Bender, prisionero en Francia durante la primera guerra mundial, encontró las publicaciones de Teed y les dio crédito. Bender desarrolló estas teorías y afirmó que el universo es una masa infinita de roca que rodea una burbuja de 13.000 kilómetros de diámetro, y que nosotros vivimos en su superficie interior. La atmósfera, de 60 kilómetros de espesor, se enrarece hasta el vacío central, en el que se mueven tres astros: el sol, la luna y el universo fantasma, una bola de gas en la que brillan puntos de luz: las estrellas. Al pasar el universo fantasma por delante del sol, provoca la alternancia del día y de la noche en las diversas regiones de la superficie interior de la Tierra.

La Tierra hueca en la religión y la literatura



La idea de que el interior de la Tierra es hueco y habitado es probablemente tan vieja como el hombre. En casi todas las religiones antiguas, los habitantes de la Tierra hueca son los muertos. El origen de esta creencia depende quizá de la costumbre de enterrar los cadáveres, que se remonta al menos hasta el hombre de Neanderthal. Los volcanes y movimientos sísmicos contribuyeron también a esta idea, y las cavernas que se hunden en las entrañas de la Tierra parecían ser las entradas del mundo subterráneo.
En el antiguo Egipto, la supervivencia después de la muerte se convirtió en obsesión. Al principio, el faraón, como representante de los dioses, era el único que podía alcanzar la inmortalidad, pero el privilegio se extendió a otras personas. Hacia el segundo milenio A.E.C., la democratización de la otra vida era completa. Para los egipcios, los muertos son juzgados por un tribunal de cuarenta y dos dioses, presididos por Osiris, señor del mundo subterráneo. La vida ultra-terrena se consideraba simple continuación de esta. Por eso llenaban las tumbas de objetos útiles, de figurillas de esclavos y trabajadores, para que desempeñen el papel de sirvientes y libren al difunto de los trabajos que tenga que hacer en la otra vida. Pero los muertos egipcios no se pasan todo el tiempo bajo tierra. De noche salen, con un farol, a pasearse por el cielo: son las estrellas.

El error científico de Cube

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Cube es una película de horror dirigida por Vincenzo Natali y estrenada en 1997. La película se inspira en uno de los episodios de la famosa serie de televisión de los años sesenta, The twilight zone, título traducido al español como La dimensión desconocida o En los límites de la realidad. El episodio en cuestión, emitido el 15 de diciembre de 1961, se titulaba Cinco personajes en busca de una salida, título que a su vez se inspira en el de la obra de teatro Seis personajes en busca de autor, de Pirandello. Este es el resumen del argumento de Cube:
Seis personajes se encuentran sin saber cómo en un lugar desconocido, formado por espacios cúbicos conectados entre sí. A medida que los exploran descubren que hay 17576 de esos espacios, que en conjunto forman un cubo más grande de 26 cubos pequeños de lado, que cada espacio está numerado con tres números de tres cifras, y que algunos de los cubos (aquellos en que uno al menos de sus números es primo, o la potencia de un primo) contienen trampas mortales, mientras que los cubos señalados sólo por números compuestos (producto de primos diferentes) son seguros. Antes de ser trasladados al cubo (no sabemos cómo) los seis personajes se dedicaban a actividades diferentes: un policía, un delincuente especializado en escapatorias, una médico, una estudiante de matemáticas, un genio autista y el arquitecto del cubo. El autista tiene la capacidad genial de descomponer números en sus factores primos, con lo que les ayuda a pasar sólo por celdas seguras, ya que, como dice la estudiante, descomponer un número en sus factores primos es muy difícil. Al final, sólo el autista consigue salir vivo del cubo.

Algunas veces, en mis clases, planteaba a mis alumnos el siguiente problema:
¿Cuál es el error científico de Cube?

El error científico de Matrix

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Empecemos por un resumen del argumento de la famosa película de ciencia-ficción Matrix, dirigida en 1999 por los hermanos Wachowsky y origen de una trilogía:
Durante el siglo XXI, como consecuencia de una guerra total entre los seres humanos y las máquinas con inteligencia artificial, los humanos son vencidos. A consecuencia de la guerra, la Tierra es presa de un invierno nuclear y la luz del sol no puede llegar a su superficie. Para encontrar una fuente de energía alternativa, que necesitan para asegurar su funcionamiento, las máquinas recogen a los seres humanos supervivientes y los mantienen en estado de animación suspendida para extraer energía de sus cuerpos, distrayendo sus mentes con un programa de realidad virtual (Matrix) que les hace vivir en un mundo parecido al de 1999. Algunos seres humanos escapan de ese destino y llevan a cabo una guerra de guerrillas contra las máquinas, utilizando los algoritmos de Matrix para obtener superpoderes en el mundo de la realidad virtual. Uno de los humanos libres (el protagonista, un hacker excepcional representado por el actor Keanu Reeves) consigue manipular el programa de Matrix, y al final de la película es saludado como el elegido, que ha sido enviado para salvar a la humanidad de la esclavitud a la que le han reducido las máquinas.
Durante los últimos cursos en que di clase, solía plantear a mis alumnos el siguiente problema:
¿Cuál es el error científico más importante de Matrix?

El antropomorfismo de los animalistas

Bandera de los animales en
Animal Farm, de George Orwell
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Hace un año publiqué un artículo en el que demostraba con múltiples argumentos que el hombre no es un animal más, a pesar de los intentos de los materialistas por rebajarlo a ese nivel. En cambio, muchos animalistas parecen hacer exactamente lo contrario: sin darse cuenta, elevan a los animales al nivel humano. Lo hacen incluso con los insectos, como cuando hablan del horror que sufre una oruga al ser devorada por la larva de un himenóptero, aunque reservan especialmente su compasión para los animales superiores: las aves y los mamíferos.
En su campaña contra los espectáculos con animales en los circos, los animalistas utilizan el siguiente lema:
El circo es una cárcel
Suelen decir lo mismo de los parques zoológicos, a pesar de que los más modernos no tienen nada que ver con los que había a principios del siglo XX, las así llamadas casas de fieras.