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Como mencioné en el artículo
anterior, Isaac Asimov escribió la novela Viaje
Alucinante (Fantastic Voyage en inglés) basándose en el guion de la película de
ciencia-ficción del mismo título; no al revés, como mucha gente cree. En la
película y en la novela, un submarino y su tripulación son reducidos a tamaño
microscópico e inyectados en una arteria de un ser humano en coma, para
realizar desde dentro una operación en su cerebro que sería imposible desde
fuera.
¿Será posible alguna vez en el futuro hacer algo así? ¿O existen límites para lo que la tecnología puede conseguir?
En un artículo publicado en 1969
en The Magazine of Fantasy and Science Fiction, y publicado otra
vez en 1970 en su colección de artículos The
Solar System and Back, Asimov cuenta cómo enfocó la parte científica
de este argumento, que en la película no queda bien explicada. Según Asimov,
para reducir seres humanos a tamaño microscópico se podrían hacer tres cosas:
a) Eliminar una parte sustancial de sus átomos; pero un cerebro al que le hubieran quitado la mayor parte de sus átomos no
podría funcionar, por lo que el intento sería inútil. Para reducir un ser
humano al tamaño de una bacteria (una micra aproximadamente) habría que
eliminar casi todos sus átomos, pues sólo debería quedar uno por cada trillón.
De lo contrario, no se alcanzaría el tamaño reducido que se buscaba.
b) Apretar los átomos unos contra otros para que ocupen
menos espacio; pero entonces la densidad de los objetos miniaturizados
sería un trillón de veces mayor, y en consecuencia nada podría sostener su
peso: se hundirían en la Tierra hasta llegar al centro. Asimov tuvo igualmente
que rechazar esta solución.
c) O reducir un millón de veces el diámetro de los átomos; al mismo tiempo habría que reducir un trillón de veces su masa, para
mantener la densidad. Esta fue la solución que adoptó Asimov, porque para que
hubiese novela tenía que adoptar alguna.
Isaac Asimov |
Como consecuencia de esto, Asimov se vio obligado a cambiar en su novela el final de la película. En efecto, en la pantalla sacan por el ojo del paciente a los miembros de la tripulación supervivientes, que llegan hasta el ojo desde el cerebro, siguiendo el nervio óptico. Uno de ellos, junto con el submarino, se queda dentro del cuerpo del enfermo, fagocitado por un leucocito. Asimov planteó que, de ser así, cuando los átomos recuperaran su tamaño normal, el enfermo explotaría, empujado desde dentro por un hombre muerto y un submarino destrozado que dejarían de ser microscópicos. Por eso se empeñó en hacer salir también al leucocito (haciéndole perseguir a los humanos supervivientes), para que al volver a su tamaño normal, los despojos estuvieran fuera del cuerpo del paciente.
Aunque intentó convencer al
productor de la película de lo que le explicaba, Asimov no lo consiguió. Por
ello se vio obligado a plantear un ultimátum:
Mire, voy a cambiar el final. Si no le
gusta, encarguen a otro que escriba la novela.
La amenaza surtió efecto y le
dejaron escribir como quería, pero estoy seguro de que el productor, que no
entendió lo que Asimov le estaba explicando, tampoco se preocuparía demasiado.
Seguro que esta solución al problema le pareció un detalle irrelevante, y el
cambio del final de la película indetectable para prácticamente todos los
espectadores que leyeran el libro.
En cualquier caso, estoy convencido
de que Isaac Asimov nunca creyó que su solución
llegaría a ser factible algún día, porque el tamaño de los
átomos y de las partículas elementales es el que es, y ningún avance
tecnológico hará posible cambiarlo.
En el artículo mencionado plantea
más dificultades científicas que provocaría el procedimiento, que resolvió como
pudo, pero que sin duda harían el argumento de esta película aún más irrealizable,
no sólo para la técnica actual, sino para la del futuro.
Hilo Temático sobre Literatura y Cine: Anterior Siguiente
Manuel Alfonseca
Poco se habla hoy de la posibilidad de un apocalipsis por ataque de leucocitos gigantes, pero con el año que llevamos podríamos encontrarnos una invasión desde el microverso entre el despertar de Godzilla y una fuga de nanobots...
ResponderEliminarHola muy buen artículo. Por cierto "El increíble hombre menguante" es una novela de ciencia ficción de Richard Matheson. El mismo que escribió la famosa novela adaptada al cine varias veces "Soy leyenda" del único humano, que se enfrenta al resto de la humanidad convertida en vampiros por un virus los papeles fueron interpretados por Charlton Heston, y Will Smith en sus respectivas adaptaciones.
ResponderEliminarYo adquirí la novela de Isaac Asimov, previamente la había leído. Me pareció muy buena, y era una buena descripción del interior del cuerpo humano, y como no contenía las opiniones ateas del propio Asimov la adquirí para el Departamento de Historia de la Ciencia en la Facultad de Medicina de Valladolid. De la película sólo he visto cachos, pero me encantaría porque salen dos actores que me gustan como Stephen Boyd (el Mesala, y el Cayo Metelo Livio de Ben Hur, y la Caída del Imperio Romano respectivamente). También salía la adorable Raquel Welch, y fue dirigida por un director que a mí me encanta Richard Fleicher, que dirigió uno de los mejores peplums de Hollywood, basada en la novela de Pars Lagerkvist. Es otro caso en que es mejor la película que la novela. Respecto a lo que cuentas, de que no se vio bien el cambio en Hollywood. Me lo creo a Hollywood no le interesa ni la ciencia, ni el rigor histórico sino el dinero, y por desgracia esa tendencia se agudizado en estos tenebrosos tiempos. De ahí que Hollywood sea un promotor del Wokismo, la ideología de género, o la industria del aborto por ejemplo.