Viajes interestelares generacionales

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En un grupo de novelas y cuentos de ciencia-ficción, el viaje a las estrellas no se puede realizar durante una vida humana. Los vehículos espaciales utilizados son gigantescos, pues deben albergar a muchos cosmonautas durante miles de años. Las velocidades que alcanzan estas naves espaciales no son muy altas, del orden de unos pocos millones de kilómetros por día. A ese ritmo hacen falta miles de años para cruzar los abismos interestelares.

Los cosmonautas que llegan al final del viaje no son los mismos que partieron: cientos o incluso miles de generaciones han visto transcurrir toda su vida a bordo de una nave espacial y no conocen el Sol ni la vida al aire libre. El vehículo en el que viajan es un pequeño planeta: una entidad cerrada en sí misma, en equilibrio ecológico perfecto. Nada se desperdicia. Los desechos de la actividad normal se reciclan y vuelven a utilizarse. Tiene que haber un control perfecto de los ciclos del agua, el oxígeno, el carbono, el nitrógeno y los restantes elementos imprescindibles para la vida. Los viajeros se alimentan de vegetales obtenidos de cultivos hidropónicos.

El principal problema es el gasto de energía. El mantenimiento de la vida en la Tierra es posible gracias a la energía solar, pero durante un viaje interestelar las estrellas más próximas están demasiado lejos para aprovechar su luz y su calor. La nave espacial tiene que llevar sus propias fuentes de energía, en cantidad suficiente para asegurar la supervivencia de sus habitantes. 

Supongamos que el viaje lo emprenden mil personas; que el número de cosmonautas se conserva constante a lo largo de todas las generaciones; y que el mantenimiento de la vida humana es el único gasto de energía en el vehículo espacial. Cada ser humano precisa al día de unas 2.000 kilocalorías, o sea, 8,36 millones de julios. El gasto total de energía al año será, por tanto, igual a 3,05 × 1012 julios. Si el viaje dura, por ejemplo, cincuenta mil años, la nave debe llevar una fuente de energía capaz de suministrar más de 1017 julios.

Pero los seres humanos no pueden absorber energía de cualquier manera, sino que necesitamos que otros seres vivos fabriquen la materia orgánica que vamos a consumir. Las plantas absorben energía de la luz visible y la utilizan para generar glucosa y otras sustancias orgánicas. Este proceso no puede llevarse a cabo sin pérdidas, por lo que será preciso elevar, al menos en un orden de magnitud, la cifra anterior. Digamos, pues, que hace falta al menos un trillón de julios. ¿De dónde podrán sacarse? Y no hemos contado la energía necesaria para acelerar la nave y detenerla cuando llegue a su objetivo.

La tecnología actual lleva varias décadas anunciando que estamos a punto de conseguir la utilización práctica de la energía nuclear de fusión, que se libera cuando se fusionan varios núcleos de hidrógeno para producir un núcleo de helio. Esta es la reacción por la que el Sol produce energía. Al consumir una masa M de hidrógeno, se obtiene una energía igual a 0,007×M×c2, donde c es la velocidad de la luz. 

Si los tripulantes de la nave espacial en que se realice el viaje generacional pudieran producir reacciones de fusión nuclear con el mismo rendimiento que el Sol, y la aprovecharan con el 100 por 100 de eficacia, bastaría con llevar 1.600 kilogramos de hidrógeno para generar un trillón (1018) de julios. Este es un límite mínimo. En la práctica, habría que aumentarlo considerablemente, pero resulta bastante razonable. El viaje generacional sería energéticamente factible. 

Chad Oliver

Nuestra tecnología actual no está aún en condiciones de realizar esta hazaña. Pero, aun cuando fuera factible, ¿quién se prestaría a lanzarse a un viaje semejante, condenando a sus descendientes a no ver nunca la luz del Sol? Me parece que tendrían que concurrir circunstancias muy críticas que hicieran necesario abandonar el sistema solar, para que esta solución al problema de los viajes interestelares llegara a plantearse, e incluso entonces sólo sería un último recurso, una huida a la desesperada.

Por otra parte, un viaje generacional plantea numerosos problemas psicológicos y sociales que habría que tener en cuenta si la Humanidad decidiera alguna vez intentar cruzar los espacios interestelares de esta manera. Citemos, por ejemplo, los siguientes: 

a)      Controlar eficazmente la población. 

b)      Evitar que los viajeros sufran claustrofobia. 

c)      Mantener alta su moral, evitando conflictos. 

d)      Repartir el trabajo para que nadie esté inactivo. 

e)      Educar a las generaciones nuevas para vivir en una sociedad tan restringida. 

f)       Evitar la pérdida de conocimientos superfluos para el viaje, pero necesarios para colonizar el planeta hacia el que se dirigen. 

g)      Adaptar a un ambiente extraño a la última generación. 

h)      Mantener vivo el sentido de su misión. 

Como ejemplo de los problemas a los que debería enfrentarse la última generación cuando alcanzara el término de su viaje, véase la novela corta The Wind Blows free (1957), del etnólogo estadounidense Chad Oliver.

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Manuel Alfonseca

4 comentarios:

  1. Nos parece que tal aventura solo sería posible si se llega al límite del aprovechamiento de planetas más accesibles. Interesante planteamiento pero ¿por qué ir tan lejos?

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    1. Eso es lo que quiero decir con esta frase: "tendrían que concurrir circunstancias muy críticas que hicieran necesario abandonar el sistema solar, para que esta solución al problema de los viajes interestelares llegara a plantearse, e incluso entonces sólo sería un último recurso, una huida a la desesperada."

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  2. Don Manuel, si el efecto es diferente a la causa, entonces ¿cuál es la causa de la gravedad?
    Porque el nominalista Liebniz le achacó a Newton que confundía el efecto con la causa.
    ¿La ciencia actual conoce la causa de la gravedad?

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    1. De acuerdo con la teoría de la Relatividad general, la causa de la gravedad es la materia. El sol, por ejemplo, por su simple presencia, deforma el espacio y cambia las líneas geodésicas por las que se mueven los cuerpos próximos, como los planetas.

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