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En los últimos treinta años, el interés
por la divulgación científica ha disminuido de forma preocupante. Quizá no sea ajena
a ello la pérdida de prestigio de la ciencia, a la que el hombre de la calle tiende
a considerar culpable o cómplice de algunas amenazas, como la proliferación de armas
nucleares, la destrucción descontrolada del medio ambiente o el cambio climático.
En este tiempo han desaparecido varias
secciones fijas de los medios de comunicación dedicadas a la divulgación científica,
así como algunas revistas importantes, y los libros de divulgación no suelen alcanzar
grandes éxitos de venta, con pocas excepciones, relacionadas sobre todo con la salud.
En los medios de comunicación de masas, lo único que importa ahora es el gancho del titular, a costa del rigor científico, por lo que a menudo los efectos de este tipo de divulgación son negativos y contraproducentes, pues en vez de informar, deforman la opinión pública. Sobre los efectos nefastos de este tipo de divulgación he hablado en varios artículos de este blog.
Veamos algunos de los cambios negativos que han tenido lugar:
- El suplemento de ciencia de La Vanguardia
dejó de publicarse a mediados de los años noventa. Duró
poco más de cinco años.
- La revista The Sciences, de
la Academia de Ciencias de Nueva York, dejó de publicarse en la primavera de
2001, tras cuarenta años de existencia, habiendo publicado en total 242 números.
- La revista Mundo Científico
desapareció en agosto de 2003, tras veintidós años de existencia, habiendo
publicado 247 números.
- La revista Investigación y Ciencia
desapareció en febrero de 2023, tras 46 años de existencia, habiendo publicado
556 números. Un año antes dejó de publicarse en papel, pero sólo resistió un
año publicándose exclusivamente en formato digital.
- La revista Science News, que
acaba de cumplir su primer siglo de existencia, ha pasado por los siguientes
cambios de formato:
- Hasta 2008 se publicó semanalmente, con 52 números al año, de 16 páginas
por ejemplar.
- Entre 2008 y 2017 la revista pasó a ser quincenal, con 32 páginas por
ejemplar (sin contar portada y contraportada), por lo que el número anual
de ejemplares se redujo a 26, aunque el número total de páginas se mantuvo
relativamente constante. Al mismo tiempo, el número máximo de páginas de los
artículos aumentó, con la consiguiente disminución del número de artículos.
- A partir de 2017, el número anual de ejemplares se redujo a 22, porque
se introdujeron cuatro números dobles con más páginas. Así, la periodicidad
pasó a ser a veces quincenal y a veces mensual, y el número de páginas se
redujo un poco, pues los ejemplares dobles no tienen el doble de páginas que
los sencillos.
Veamos en la tabla adjunta cómo ha evolucionado el número aproximado de artículos publicados al año en la revista Science News:
Año |
Nº de artículos y notas
breves |
Nº de páginas |
2007 |
860 |
869 |
2010 |
620 |
832 |
2015 |
600 |
836 |
2018 |
550 |
860 |
2022 |
430 |
836 |
Se observará que, aunque el número
total de páginas casi no ha disminuido, el de artículos publicados se ha reducido
a la mitad en sólo 15 años. ¿Significa esto que cada vez hay menos noticias científicas
dignas de ser divulgadas, a pesar de que cada vez se publica más? ¿O es que la revista
selecciona muchas menos noticias, porque prefiere aumentar el contenido de cada
una? No tengo respuesta a estas preguntas; habría que preguntar a los editores de
Science News.
Y a todo esto habría que sumar el
hecho, que constaté en otros
artículos, de que un porcentaje creciente de las noticias científicas no
son verdaderos descubrimientos, sino sospechas
de que algo podría ser así, investigaciones
de perogrullo, especulaciones gratuitas, simulaciones no validadas, o
noticias y disquisiciones sociológicas. Por lo tanto, el número de noticias científicas
genuinas ha disminuido radicalmente.
Hoy disponemos de medios de cálculo
y de búsqueda de información sin paralelo en la historia de la humanidad: un número
enorme de datos, a los que tenemos acceso a través de Internet; enciclopedias más
completas que las más grandes entre las tradicionales; ordenadores mil veces más
potentes que los gigantes de los años sesenta, que ponen a nuestra disposición toda
la información que deseemos con la simple presión de una tecla... Las perspectivas
son tan impresionantes y revolucionarias que se puede dar rienda suelta a la imaginación.
Y sin embargo, quizá precisamente a consecuencia de ello, cada vez se divulga menos
la ciencia y el rigor medio de las publicaciones de divulgación disminuye. ¿Dilapidaremos
todas estas posibilidades? ¿Está perdiendo la humanidad la fe en la ciencia?
Hilo Temático sobre Divulgación Científica: Anterior Siguiente
Manuel Alfonseca
Yo diría que se sigue haciendo divulgación científica de gran calidad, pero por otros canales, incluso mucho más accesibles que aquellas revistas que estimularon la vocación científica de tantos, entre los que me incluyo. Aparte de este mismo blog, voy a citar solo unos pocos en Youtube que me parecen excelentes:
ResponderEliminar- Veritasium, de Derek Muller.
- Quantum Fracture, de José Luis Crespo.
- Derivando, de Eduardo Sáez de Cabezón.
- Adictos a la Filosofía, de Enric F. Gel (este sobre filosofía, claro, pero toca muchos temas de filosofía de la ciencia).
Cierto. Lo que está en crisis es la forma "clásica" de hacer divulgación científica. Por otra parte, las nuevas formas de divulgación tienen un peligro que apenas apunto en el último párrafo: que es más difícil (para el lego) discriminar entre la buena y la mala divulgación. Es cierto que hay sitios de divulgación excelentes, pero también hay otros que se dedican a divulgar mala ciencia y bulos. Creo que antes era más difícil.
EliminarBuenos días que opina sobre esta reciente noticia de un transistor que piensa como un cerebro. https://www.abc.es/ciencia/nuevo-salto-inteligencia-artificial-crean-transistor-piensa-20231220094031-nt.html#vca=compartirrrss&vso=abc&vmc=rrss&vli=fixed-twitter
ResponderEliminarComo dice el propio artículo, lo que se ha conseguido es repetir a temperatura ambiente algo que ya se había conseguido antes a temperaturas muy bajas. En esta noticia hay la exageración de costumbre. Este nuevo transistor podría utilizarse para hacer redes que puedan hacer aprendizaje asociativo. Llamar a eso pensar es un abuso.
EliminarPor ejemplo, en "quora.com" puedes ir a la especialidad (incluso a la pregunta o duda) concreta que te interese, con respuestas de científicos que considero (según mi pobre entender) muy satisfactorias.No es la forma tradicional de divulgación, pero, ¿no es eso mejor?
ResponderEliminarCierto. Como he dicho en un comentario anterior, lo que está en crisis es la forma "clásica" de hacer divulgación científica. Quizá las nuevas formas de divulgar tengan como efecto secundario la desaparición de las formas clásicas.
Eliminarhttps://www.semana.com/amp/tecnologia/articulo/cientificos-estarian-mas-cerca-de-descubrir-como-empezo-el-universo-esta-es-la-respuesta-que-podrian-encontrar/202319/ que opina sobre esta noticia?
ResponderEliminarEs muy interesante, aunque el titular que le han puesto no es adecuado. No se trata de descubrir el "origen del universo", como dice el titular, sino lo que pasó millones de años después, cuando empezaron a formarse las galaxias. Este estudio se ha hecho con un millón de galaxias, o sea, una de cada mil, pero este número parece ser el mayor que se ha estudiado hasta ahora.
EliminarEl paso siguiente, para mí, sería ver si se pueden correlacionar las desviaciones positivas de la temperatura de la radiación cósmica de fondo con la posición actual de las galaxias, para ver si se puede deducir de dónde salió cada una. Pero aunque eso nos acercaría al principio del universo más que esto que están haciendo ahora, sólo nos llevaría a 380.000 años después del Big Bang, según el modelo cosmológico estándar. Seguiría sin ser válido el titular "el origen del universo"