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Paul Davies |
Paul Davies pasó al primer plano entre los
científicos que dedican tiempo a la divulgación con su libro, publicado en
1992, La Mente de Dios (The Mind of God), escrito en respuesta a las últimas palabras
de Stephen Hawking en su best-seller divulgativo Breve Historia del Tiempo (A Brief History
of Time). En otro
artículo hablé de otro de sus libros de divulgación, Un
Silencio Inquietante (The Eerie Silence). Aquí voy a hablar de otros dos libros suyos.
Los últimos tres minutos (The Last Three Minutes, 1994): Este libro de divulgación está un poco atrasado, pues es anterior al modelo cosmológico estándar, pero explica bien cómo estaba la cosmología cuando se publicó el libro, y muchas de las cosas que dice siguen siendo válidas. Dice algo interesante: que la teoría del Big Bang de Lemaître (a quien Davies no nombra) debería haber sido aceptada mucho antes de que sus dos predicciones acertadas sorprendentes le dieran el espaldarazo en los años 60, porque hay otro argumento que la apoya, y que los científicos del siglo XIX debieron haber notado, pero no lo hicieron: Si el universo fuera infinitamente antiguo, ya habría muerto. Es evidente que, si algo tiende a detenerse con una tasa finita, no puede haber existido desde toda la eternidad. Por cierto, en el párrafo citado comete un error: ignora la diferencia entre eternidad y perpetuidad, que resolvió Boecio hace un milenio y medio. Hay también un fallo importante cuando dice que el radio del cosmos visible es de 15.000 millones de años-luz, porque no tiene en cuenta la expansión del universo. El radio correcto es de unos 43.000 millones de años-luz. A esto hay que sumar algún error cometido por el traductor al español, como traducir silicon como silicona (la traducción correcta es silicio). En cambio, ha traducido correctamente los números muy grandes (billón, trillón, cuatrillón...), uno de los errores típicos de los traductores del inglés americano al español.
The demon in the machine (2019): Libro de divulgación
reciente sobre la investigación actual en ciencias de la vida. El capítulo 2 es
interesante, pues describe los últimos avances en la implementación de
artilugios similares al demonio de Maxwell. El capítulo 3 habla de la teoría de sistemas
en biología, que fue el tema de mi tesis doctoral hace muchos años. Parece que
los métodos actuales no han cambiado mucho respecto a los que yo empleé
entonces. El capítulo 4, dedicado a la epigenética, está muy bien. El 5, en
cambio, me ha decepcionado: es ciencia futurológica y exagera el poder de la
computación cuántica, que califica de ¡divina! Los capítulos 6 y 7 tratan sobre los dos
problemas difíciles a los que se enfrenta la ciencia actual: el origen de la
vida y la consciencia. Discrepo en ambos casos, lo que no es sorprendente, dada
la dificultad de estas cuestiones. No discuto lo que dice Davies sobre el
origen de la vida, pero sí su insistencia en comparar la vida con un ordenador
(véase al final). En el capítulo 7, como era de esperar, Davies apenas aborda
el problema de la consciencia, aunque su cita inicial de Loewenstein es
significativa: Respecto a la... consciencia, sabemos tanto
como sabían los romanos: nada. Pero entre sus disquisiciones introduce el
problema del tiempo, y como Einstein, abraza la teoría filosófica B (el tiempo
en bloque), que es discutible. Para explicarlo, formula una curiosa teoría,
semejante al solipsismo y digna de Lewis Carroll, basada en que yo no soy hoy la
misma persona que seré mañana, aunque hay correlación entre ambas. En el
epílogo, me sorprende que un ganador del Premio Templeton ataque a la Iglesia
Católica: La física, tal como la conocemos, se
desarrolló en la Europa del siglo XVII, que estaba esclavizada por la doctrina
de la Iglesia Católica. Y a continuación demuestra que no conoce la doctrina católica,
pues habla de ella como si hubiese sido abandonada.
He detectado unos cuantos errores flagrantes en este
libro:
- Al principio del capítulo
2 Davies dice que la información del ADN humano (que valora en 2 Gigabits,
aunque 6 es una cifra más correcta) es mayor que la información contenida
en todos los libros de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Como dicha biblioteca contiene unos 32 millones de libros, el número de
bits que contiene es unas 100.000 veces mayor que el del genoma humano.
- En el capítulo 3, Davies
confunde la paradoja de Bertrand Russell con la paradoja del mentiroso,
que está relacionada con el teorema de Gödel. También dice que el teorema
de Gödel es el producto más elevado del intelecto
humano. Bueno, esa es su opinión. Estoy seguro de que muchas otras
personas elegirían algo diferente, no necesariamente científico. También dice
que incluso un intelecto ilimitado, un
dios, no puede saberlo todo, pero yo dudo de que el teorema de Gödel
se aplique a Dios. Por último, el concepto de máquinas autorreproductoras
no fue publicado por primera vez por John von Neumann en 1966, como da a
entender Davies. Fue descrito por Norbert Wiener en 1961 en su obra Cybernetics. Es posible que Wiener sacara esta idea de von Neumann, a quien
de hecho cita. Sin embargo, Davies no cita a Wiener, y debería hacerlo.
- En el capítulo 6, Davies
dice: Alrededor del 1 por ciento del carbono
que hay en la Tierra está en la forma de su isótopo más ligero, C12.
La vida favorece esta forma más ligera, por lo que los fósiles suelen
poseer una ligera abundancia adicional de este isótopo. Esto no es correcto. En
vez de C12 debería decir C13, que no es un isótopo
más ligero, sino más pesado.
- A lo largo del libro,
Davies ofrece un ordenador como paralelo a un ser vivo, pero lo hace mal.
Dice esto: La materia viva tiene aspectos de
hardware y de software - la química y la información. Pero esto no es cierto.
Un ordenador no tiene dos componentes, sino tres: hardware, software
(programas) y datos. La información no es el software, sino los datos.
Reducir la vida a química e información olvida una de las tres
componentes. Y si el paralelo era una simplificación, al olvidar uno de
los tres elementos se convierte en una simplificación excesiva. Davies y
otros divulgadores confunden información con inteligencia (véase este
artículo). Y en el epílogo, complica este error confundiendo los
genomas (información) con las leyes de la biología.
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Norbert Wiener |
Hilo Temático sobre Divulgación Científica: Anterior Siguiente
Manuel Alfonseca
Dedicado a Manuel Márquez, con
quien debatí parte de este artículo
Muy interesante crítica.
ResponderEliminarPido perdón por volver a comentar algo off-topic, pero es porque en el artículo enlazado ya no se permite comentar.
Es acerca de la lista de libros que más influyeron a CS Lewis:
Sí, en efecto, C.S. Lewis se sabía La Consolación de la Filosofía de memoria. Le dedica espacio en el capítulo IV de su libro "The Discarded Image", y cuando le preguntaron en una revista qué libros le habían influido más para formar su filosofía de la vida, lo puso en la lista, junto con Phantastes de G.MacDonald, The Everlasting Man de Chesterton, La Eneida de Virgilio, y otros seis libros más.
¿Sabe cuál es la lista completa o dónde encontrarla? Me interesa mucho. Y desde luego me apunto a Boecio en mi lista de libros pendientes por leer.
Gracias.
Los otros seis libros son: "The Temple" de George Herbert; "The Prelude" de William Wordsworth; "The idea of the Holy" de Rudolf Otto; "Life of Samuel Johnson" de James Boswell; "Descent into Hell" de Charles Williams; y "Theism and Humanism" de Arthur James Balfour. He sacado la lista completa del libro "C.S. Lewis Companion and Guide" de Walter Hooper.
EliminarMuchas gracias!!!
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