Inteligencia computacional y consciencia

Eduardo César Garrido Merchán
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En los últimos años ha habido avances considerables en inteligencia artificial, especialmente en el campo de la generación automática de textos e imágenes que a veces compiten con éxito con las producciones humanas. Ante esto, los medios, e incluso algunos científicos, han lanzado las campanas al vuelo anunciando que estamos a punto de crear inteligencias artificiales conscientes, que competirían con los seres humanos como iguales nuestros. Pero otros piensan que ese objetivo, si fuera posible (lo que no está claro), está mucho más lejos de lo que algunos piensan.

En un artículo firmado por Eduardo César Garrido Merchán y Sara Lumbreras y publicado en la revista philosophies con el título Can Computational Intelligence Model Phenomenal Consciousness, los autores revisan la analogía de Bertrand Russell, que sostiene que la consciencia y la inteligencia están íntimamente correlacionadas. O sea, que cualquier ente que posea consciencia poseerá también un alto nivel de inteligencia, y viceversa. En cierto modo, esta analogía es semejante a la Prueba de Turing, mucho más conocida.

Los autores del artículo utilizan el cálculo bayesiano para llegar a la conclusión de que la analogía de Russell es falsa. También aducen algunos contraejemplos de dicha analogía, como el hecho de que personas con poca inteligencia (subnormales) son evidentemente conscientes, situación que también se da en algunos casos de personas en coma.

Para analizar la situación, se plantea la existencia de dos conceptos distintos, a los que alude el título del artículo:

  1. Inteligencia Computacional: La capacidad de resolver problemas que pertenecen al campo de los problemas computacionales. Es evidente que los seres humanos tenemos cierta capacidad de este tipo. Es evidente que, en muchos de esos problemas, los programas de ordenador nos vencen con facilidad. Este concepto es cuantificable, aunque difícil de medir, porque criterios como los test de Cociente Intelectual de William Stern sólo proporcionan un límite inferior de la inteligencia real del sujeto, a quien puede afectar negativamente el cansancio, el estado de ánimo, o incluso la voluntad de obtener un CI menor del que le corresponde.
  2. Consciencia Fenoménica: Ser consciente de ciertas experiencias, como movimientos, colores, sonidos, sensaciones, emociones, sentimientos, y (en el límite) la propia identidad. Estas experiencias se agrupan bajo el nombre de qualia y no son cuantificables, pues como su nombre indica son cualitativas. Por esta razón, los autores del artículo consideran esta variable como binaria; o sea, que para cierto ser, sólo puede adoptar los valores cero (no lo tiene) o uno (lo tiene).
Bertrand Russell

La analogía de Russell relaciona estos dos conceptos y considera que uno surge del otro. La consciencia fenoménica sería algo que emerge automáticamente cuando la inteligencia computacional alcanza cierto valor, y al revés. Los autores del artículo niegan esta relación, y lo justifican con un razonamiento basado en el cálculo bayesiano, cuya conclusión es que la correlación entre las dos variables consideradas es cero (o sea, que una no depende de la otra).

Los animales proporcionan otro contraejemplo, pues su inteligencia computacional es muy baja (con algunas excepciones, como las abejas), pero obviamente tienen una consciencia fenoménica que, aunque pueda ser menos rica que la humana, no es ni mucho menos nula.

Uno de los argumentos de más peso es el hecho de que todo sistema de computación inteligente construido hasta ahora por el hombre puede modelarse como una máquina de Turing. Esto se aplica incluso a las redes neuronales artificiales más complejas de aprendizaje profundo, que, aunque ajusten cientos de miles de millones de parámetros, en el fondo se reducen a la ejecución de un algoritmo (véase este artículo en este blog).

Recuérdese que la máquina de Turing tiene una memoria infinita, por lo que en realidad es más general que cualquier programa de ordenador, cuya memoria, aunque enorme, es siempre finita. Sin embargo, dada la simplicidad del diseño de la máquina de Turing, a nadie se le había ocurrido afirmar que esas máquinas puedan llegar algún día a poseer consciencia.

Se llega, por tanto, a la conclusión de que los sistemas de computación inteligente basados en la arquitectura de Von Neumann, aunque sean mucho más inteligentes (computacionalmente) que el hombre, jamás podrán llegar a adquirir consciencia fenoménica. Para llegar a ese resultado habría que diseñar entidades muy diferentes, más parecidas al cerebro humano. Y no está claro que esto sea posible.

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Manuel Alfonseca

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