Konrad Lorenz Nobel Foundation Archive |
La teoría que sostiene que
somos una pizarra en blanco, sobre la que
alguien (quizá nosotros mismos) debe escribir nuestro carácter y nuestro
comportamiento es muy antigua. Podría remontarse al menos hasta la teoría de la
potencia y el acto de Aristóteles, según el cual el alma humana nace en estado
de potencia, como una tablilla sin escribir, y debe
convertirse en acto:
Lo inteligible ha de estar en [el
intelecto] del mismo modo que en una tablilla en la que no hay nada escrito:
esto es lo que sucede con el intelecto. (Sobre
el alma).
La idea fue recuperada por
filósofos medievales como Avicena y Santo Tomás de Aquino, y ya en el siglo
XVII por John Locke en su An Essay Concerning
Human Understanding, donde sustituyó el término Tabula Rasa por White Paper (papel en
blanco):
Porque quienes tienen cuidado... de
dar buenos principios a los niños... les inculcan en su entendimiento... libre
de prejuicios (porque el papel blanco recibe cualquier cosa) las doctrinas que
quieren que retengan y profesen.
Y más adelante dice:
Supongamos que la mente es, como
decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas: ¿Cómo se amuebla?
B.F. Skinner |
En el siglo XX, estas ideas se enmarcaron en la gran disputa de los practicantes de la nueva ciencia de la
Psicología sobre si la mente humana es principalmente resultado de sus genes (o
sea, viene programada desde el principio y es sobre todo instintiva) o bien es
formada por la educación (nature versus
nurture). Freud optó por la segunda alternativa. A mediados de
siglo, B.F. Skinner se convirtió en el principal representante del movimiento
llamado Conductismo Radical, que sostiene que la educación
desempeña un papel esencial y crítico para determinar toda la conducta, como explicó en su
novela Walden Dos (1948). Cuando leí esta novela en 1982, no me convenció en absoluto.
El debate se resolvió durante
los años setenta a noventa gracias a una serie de estudios con gemelos
idénticos separados al nacer, que demostraron incuestionablemente la influencia
de ambas fuentes (los genes y la educación) sobre la mente humana,
desacreditando para siempre al Conductismo Radical y a la teoría de la Tabula
Rasa.
Konrad Lorenz recibió el
Premio Nobel de 1973 por sus trabajos pioneros en la ciencia de la Etología, que estudia el comportamiento de los
seres vivos (y por tanto también del hombre). Este experto en la conducta se
opuso con todas sus fuerzas al Conductismo Radical, que considera como uno de Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada
(1973). En el capítulo 8 de este libro, dedicado íntegramente a combatir el
Conductismo, Lorenz dice lo siguiente:
Pero el paso decisivo para la
constitución de una doctrina en el estricto sentido de la palabra consiste en
que... la teoría [llegue] a conocimiento de un número excesivo de
adictos... Entonces se defiende esa doctrina con la misma tenacidad e idéntico
apasionamiento que si se tratara de evitar que una preceptiva comprobada sea
aniquilada... Quien no esté conforme con tal opinión sufrirá mucho, pues se le
estigmatizará... se le calumniará y, a ser posible, se le desacreditará. En
suma, se descargará sobre él la reacción... del odio social. Se desmiente o
desprecia todo hecho que la contradiga, o bien se le arrincona en el
sentido de Sigmund Freud, es decir, se le destierra bajo el umbral de la
conciencia. El opresor opone una resistencia enconada y apasionada ante toda tentativa
para devolver al nivel del pensamiento consciente lo que ha arrinconado; resistencia tanto más tenaz cuanto mayor pueda ser el cambio que ello pueda
provocar en su tesis... Pero la formación indoctrinada surte efectos
verdaderamente satánicos cuando grandes multitudes, continentes enteros e
incluso, quizá, toda la Humanidad aúnan sus fuerzas para incurrir en una sola
creencia errónea y malévola.
En los años setenta, y como traca final antes de
que la teoría conductista quedara desautorizada, John Money y otros psicólogos
conductistas radicales afirmaron que la identidad sexual (o de género, como prefirieron llamarla) es el
resultado de una construcción social que no tiene nada que ver con los genes. A
pesar de estar desacreditada científicamente, esta teoría se ha convertido en
la ideología dominante de nuestra época. Nótese que todo lo que dice Lorenz
sobre el Conductismo es perfectamente aplicable a su sucesora, la ideología de
género, que cuando él escribió esas palabras distaba mucho de tener la difusión
que hoy tiene.
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Manuel Alfonseca
El coronavirus ya se encargó de desacreditar la ideología de género para siempre.
ResponderEliminarEstoy leyendo "The Unherd cry for meaning" de Victor Frankl. EN su capítulo titulado "Determinism and Humanism: Critique of Pan-Determinism" dice, algo parecido a, que si consideramos el sistema humano como un sistema abierto (no reduccionista) podemos verlo como un sistema en que se dan unas fuerzas causa-efecto (internos) que "empujan" y otras externas que "tiran" (motivos).
ResponderEliminarMomento histórico oportuno para que la humanidad, apoyándose en las capacidades innatas y su desarrollo y colaborando entre los más capacitados (incluidos los de carácter ético), se comporte como un sistema abierto, no reduccionista, en el que se trasciende y se eleva a una dimensión superior.
Y digo yo ¿como se habrá encargado el coronavirus de desacreditar la ideología de género para siempre?
ResponderEliminarEsa ideología y cualquier otra que les apetezca sobrevivirá incluso con más fuerza si a los poderes les interesa, así de fácil.
A estas alturas pensar que la humanidad se rige por el menor atisbo de cordura es de traca. En fin.
>> demostraron incuestionablemente la influencia de ambas fuentes (los genes y la educación) sobre la mente humana
ResponderEliminarLa biología y el entorno social nos condicionan, pero ¿qué hacemos con esos condicionamientos que nos encontramos como "dados" en nuestro ser? Ni la una ni el otro tienen la respuesta. ¿Qué hago con mi agresividad, con mi pereza, con mi identidad sexual?
Lo verdaderamente difícil no es tanto saber cómo somos, y por qué somos así, sino cómo debemos ser, hacia dónde debemos caminar, cuál es nuestra plenitud, la personal de cada uno.
De acuerdo.
EliminarAlguien ya dijo, en su momento:
ResponderEliminar"El lugar donde vives y trabajas determina el temperamento y carácter de las personas"