¿Serán inmortales los Cíborg?

Neil Harbisson
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El tercer procedimiento que se propone para convertirnos en inmortales es el siguiente: a medida que nuestros órganos se vayan deteriorando, podríamos sustituirlos por otros artificiales, convirtiéndonos en un cíborg, un ser intermedio entre el hombre y la máquina. El proceso podría repetirse tantas veces como quisiéramos, haciéndonos potencialmente inmortales.

De momento, esta línea de investigación es bastante incipiente.

  • Disponemos de marcapasos, dispositivos electrónicos que ayudan al corazón humano a funcionar bien. Aunque llevamos varias décadas intentando construir corazones artificiales, no se puede decir que hayan sido un éxito. De momento, los trasplantes de corazón de un ser humano a otro dominan abrumadoramente a los corazones artificiales.
  • Los riñones artificiales existen (aparatos de diálisis), pero son muy grandes y no pueden implantarse. En cambio, de momento no tenemos hígados artificiales.
  • Tenemos muchas ayudas para compensar el deterioro de los órganos de los sentidos: desde dispositivos externos (gafas, lentillas, audífonos…) hasta implantes más o menos permanentes (como cristalinos artificiales en los ojos). Se está investigando la posibilidad de diseñar ojos artificiales, que devolverían la vista a los ciegos, pero sólo se han obtenido resultados preliminares. Esta, sin embargo, es una de las líneas de investigación más prometedoras en la actualidad.
  • También se han conseguido buenos resultados en la fabricación de brazos robóticos, para ayudar a manejarse a las personas que han perdido algún miembro.
  • Se está investigando, y se han conseguido algunos avances, en la compensación de algunos problemas que impiden hablar, conectando el cerebro de los afectados a un aparato que genere palabras habladas.
  • El artista vanguardista Neil Harbisson se convirtió en la primera persona reconocida oficialmente como cíborg por un gobierno. Harbisson se ha implantado en el cerebro una antena que, según él, le permite percibir luz infrarroja y ultravioleta, y recibir imágenes, videos, música o llamadas telefónicas directamente a su cabeza desde aparatos externos como teléfonos móviles o satélites artificiales.

Si estas investigaciones avanzan (todavía queda mucho camino por recorrer), quizá sea posible reemplazar muchos de nuestros órganos a medida que se deterioren. Pero queda un problema muy importante: el cerebro también envejece y no es posible sustituirlo. La conclusión es evidente: aunque quizá se pueda aumentar la longevidad utilizando órganos artificiales (algo que no está comprobado), transformándonos en cíborg no podremos ser inmortales, porque el cerebro acabará por deteriorarse y, al ser el órgano relacionado con la identidad personal, al morir el cerebro morirá el individuo al que pertenecía. Esto no podría resolverse con un trasplante de cerebro, como expliqué en otro artículo.

Sin embargo, queda un cuarto método, al que dedicaré el próximo artículo, y que, combinado con este, quizá podría resolver el problema.

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Manuel Alfonseca

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