Boecio, el tiempo y la eternidad

Manuscrito medieval de
La Consolación de la Filosofía
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Han transcurrido 1500 años desde la muerte de Boecio, pero la efeméride ha pasado desapercibida. Hace un siglo eso no habría ocurrido, pues entonces aún se estudiaba historia. Nuestra época, en cambio, desprecia la historia. Y ya sabemos lo que ocurre a quienes la desprecian, en frase atribuida a George Santayana: quienes no conocen el pasado, están obligados a repetirlo.

Anicio Manlio Severino Boecio fue un político y filósofo del siglo V y VI, que desempeñó cargos importantes en el reino ostrogodo que surgió en Italia poco después de la caída del Imperio Romano de Occidente. En su actividad política, Boecio fue sucesivamente senador, cónsul y consejero del rey ostrogodo Teodorico.

Verdad frente a utilidad

Alvin Plantinga

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Como dije en un artículo anterior, la selección natural es la constatación estadística de que, en general, los individuos mejor adaptados a su medio ambiente suelen dejar más descendientes que los menos adaptados. Es, por tanto, una cuestión de utilidad. Un rasgo que es útil para aumentar la reproducción de un individuo será, en principio, favorecido estadísticamente por la selección natural.

En otro artículo, en el que hacía referencia a un libro mío de divulgación científica (Evolución biológica y evolución cultural en la historia de la vida y del hombre)  mencioné que 

La evolución actúa en el universo, tanto sobre la vida como sobre la cultura, aunque su forma de actuar se adapta al entorno concreto sobre el que se aplica (genes, sistemas nerviosos o elementos culturales). 

¿Se desinfla la investigación en generadores de lenguaje?

John McCarthy

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Parece como si el sino de ese campo de la tecnología informática mal llamado inteligencia artificial fuese alternar entre el optimismo excesivo y el pesimismo desatado. Veamos un esbozo de la historia de esta tecnología:

  1. En el curso de verano del Dartmouth College, en 1956, se propuso el nombre de inteligencia artificial para los programas de ordenador que realizaran tareas que tradicionalmente se habían considerado exclusivamente humanas, como jugar al ajedrez y traducir de una lengua humana a otra. Los asistentes, dirigidos por John McCarthy, lanzaron las campanas al vuelo y predijeron que en diez años se habrían resuelto esos dos problemas. Esperaban que para 1966 habría programas capaces de ganar al campeón del mundo de ajedrez, y otros que podrían traducir perfectamente entre dos lenguas humanas cualesquiera. Cuando esos objetivos no se consiguieron tan pronto, la investigación en inteligencia artificial se detuvo. En las universidades, los temas de investigación en este campo estaban mal vistos, porque se pensaba que no tenían futuro.

El imperio de la mentira

Abraham Lincoln

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A Abraham Lincoln se le atribuye esta frase:

Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo. Se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo. Pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.

Cuando yo era joven se decía que, si a un político se le pillaba en una mentira, tenía que dimitir, porque había engañado al pueblo. Por entonces, esto era cierto. Entre los políticos más famosos que dimitieron durante esos tiempos por haber mentido se pueden mencionar John Profumo, ministro del Reino Unido, en 1963, y a Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos, en 1974.

Estas cosas ya no son así. Hoy los políticos que dimiten cuando se les pilla mintiendo no son la regla, sino la excepción. Muchos políticos mienten cada vez que hablan a sabiendas de que todo el mundo sabe que mienten, y no les importa lo más mínimo. Es una muestra del descrédito en que ha caído el concepto de la verdad, uno de los criterios más importantes de la historia, no sólo para la política, sino para la ciencia y todas las formas del pensamiento humano.

¿Persecución religiosa de los científicos?

William Harvey

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Este verano, Jesús Lizcano publicó en El Imparcial un artículo titulado Un recuerdo para los científicos perseguidos en la historia. Los clasifica en tres grupos: a) perseguidos por razones políticas; b) perseguidos por razones religiosas; y c) perseguidos por razones de tendencia sexual. Aquí voy a referirme a los del segundo grupo, que me parecen discutibles.

Entre los once científicos perseguidos por razones religiosas, según Lizcano, no podían faltar Hipatia y Galileo, que siempre son mencionados, a veces con exageraciones manifiestas, como demuestra el hecho de que mucha gente cree que Galileo fue quemado vivo por la Inquisición, cuando en realidad fue condenado a arresto domiciliario, que fue suavizándose a lo largo del tiempo. Pero aquí voy a hablar de los otros nueve que menciona el artículo.