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Nicolás Bernoulli |
En 1713, Nicolás Bernoulli formuló la paradoja de San Petersburgo, que se puede
resumir así:
Sea el siguiente
juego: se lanza una moneda al aire. Si sale cara, usted recibe 2€. Si sale
cruz, se vuelve a tirar. Si sale cara, usted recibe 4€. Si sale cruz, se vuelve
a tirar. Y así sucesivamente. En cada tirada, el premio se multiplica por 2.
¿Cuánto estaría usted dispuesto a pagar para participar en el juego?
La probabilidad de ganar 2€ es 0,5; la de ganar 4€ es 0,25; la de ganar 2k€ es 2-k. La esperanza matemática del juego se obtiene multiplicando los valores obtenidos por sus probabilidades y sumando. Luego la esperanza matemática de la ganancia que se podría obtener jugando a ese juego es:
Obsérvese que todos los términos del sumatorio son
iguales a 1, por lo que la esperanza matemática de este juego es infinita. La
paradoja está en que, si se propone a casi cualquier persona que juegue a este
juego, sólo querrá pagar una pequeña cantidad, a pesar de que tendría la
esperanza de ganar una cantidad ilimitadamente grande, aunque con probabilidad
cada vez menor. Algunos consideran que esto demuestra la falta de racionalidad
de esas personas.
Daniel Bernoulli, primo de Nicolás, intentó resolver
la paradoja y publicó su solución en los Anales de la Academia de Ciencias de
San Petersburgo (de ahí el nombre de la paradoja). Su solución consistía en
proponer que este tipo de problemas no debe resolverse considerando la
esperanza matemática, sino una función de utilidad que dependería de sus bienes
previos. Esta solución no fue definitiva, pues incluso ahora siguen
proponiéndose nuevas explicaciones de la paradoja.
Ya en el siglo XX, algunos economistas trataron de
definir qué se podría considerar una conducta razonable de las personas
participantes en transacciones económicas. En particular, John von Neumann y
Morgenstern propusieron cuatro axiomas de
elección, que definen cómo debería ser una elección razonable.
Se supone que la persona que debe elegir conoce información sobre las
probabilidades de los distintos resultados a que puede dar lugar su elección.
Estos son los axiomas:
- La información
debe ser completa.
- La elección debe
ser transitiva. Si la opción A se prefiere a la opción B, y la opción B se prefiere a
la opción C, se debe preferir la opción A a la opción C.
- Continuidad. Si la opción A se prefiere
a la opción B, y la opción B se prefiere a la opción C, debe haber alguna
combinación de A y C que se prefiera a B.
- Independencia. Si A se prefiere a B, esa
preferencia debe mantenerse en todas las opciones existentes. Por ejemplo,
A+C (A o C) debe preferirse a B+C (B o C).
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John von Neumann |
El problema es que las personas normales no se
comportan así. La transitividad,
por ejemplo, no siempre se cumple. Se dan casos en que, en unas elecciones de
carácter político entre tres candidatos, un elector puede preferir a A frente a
B, a B frente a C, y a C frente a A, sin dejar por eso de ser razonable.
El axioma 1,
por ejemplo, sólo puede aplicarse cuando se conocen todas las probabilidades
objetivas, como en algunos juegos de azar, pero en casos más complejos es
prácticamente imposible conocerlas todas, especialmente si sólo se dispone de
probabilidades subjetivas.
Veamos un caso que contradice el axioma de continuidad: Se trata de atravesar
un parque público. Si una persona lo hace, recibirá 1€ (caso A). Si no lo hace,
no recibe nada (caso B). Obviamente, A es económicamente mejor que B. Ahora
añadamos la situación C: escondido en el parque hay un francotirador que dispara
aleatoriamente contra las personas que lo atraviesan. ¿De verdad puede ser la
opción A+C mejor que B? ¿Hay alguna combinación que permita que arriesgarte a
que te peguen un tiro para ganar 1€ es mejor que quedarte en casa y no recibir
nada? Si te niegas a salir al enterarte de la opción C, ¿estás actuando de
forma poco racional? No creo que nadie se atreva a afirmarlo.
El último axioma, la independencia,
es el más controvertido de todos. Veamos un ejemplo, sacado como el resto de
este artículo del libro Radical Uncertainty: Decision Making
Beyond the Numbers de Mervyn King y John Kay. ¿Qué prefieres, ganar un millón de euros con
probabilidad 11%, o ganar 5 millones de euros con probabilidad 10%? Casi todo
el mundo prefiere la segunda opción, porque la diferencia de probabilidad les
parece despreciable frente al aumento de la ganancia.
Realizamos ahora una modificación al juego: ¿Qué
prefieres, ganar un millón de euros seguro (caso A), o ganar un millón de euros
con probabilidad 89%, 5 millones de euros con probabilidad 10%, y no ganar nada
con probabilidad 1% (caso B)? Casi todo el mundo prefiere la primera opción.
Sin embargo, mientras con ella se gana un millón de euros, la ganancia asociada
a la segunda opción tiene una esperanza matemática de 1,39 millones de euros,
bastante mayor. Eso sí, se tiene un 1% de probabilidad de no ganar nada. ¿Son
irracionales los que prefieren la primera opción, que son mayoría?
La conclusión que sacan los autores del libro es que
muchos economistas se empeñan en aplicar las matemáticas en un entorno donde
sería mejor aplicar el sentido común.
Hilo Temático sobre Política y Economía: Anterior Siguiente
Manuel Alfonseca
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