Charles Dickens |
Voy a hablar de tres escritores
ingleses famosos, y de sus respuestas ante alguna de las seudociencias de la
época. Uno de ellos vivió en pleno siglo XIX, otro a caballo entre el XIX y el
XX, y el tercero escribió prácticamente toda su obra en el siglo XX.
Charles
Dickens: Su roce con las seudociencias se nota en una de sus
mejores obras (en mi opinión la mejor): Bleak
House (Casa Desolada). Uno de los personajes, un
tal Krook, muere víctima de una combustión espontánea.
La idea de que el cuerpo humano podría inflamarse espontáneamente surgió como consecuencia de una serie de casos anecdóticos de personas, a menudo alcohólicas, que murieron quemadas en circunstancias dudosas. Hubo quien sostuvo que el alcohol ingerido podría inflamarse espontáneamente dentro del cuerpo, a pesar de que los médicos afirmaban que la cantidad de alcohol necesaria para ello tendría que ser tan grande, que la persona habría muerto por intoxicación etílica mucho antes de inflamarse.
En un
artículo publicado en The Skeptical Inquirer,
Joe Nickell y John Fisher recopilaron información sobre gran número de casos
históricos de posible combustión espontánea y llegaron a la
conclusión de que en todos ellos hubo una causa física que provocó la
combustión (una vela, un cigarrillo o la cercanía excesiva al fuego de la
chimenea), una causa normal del accidente (como la inflamación de la ropa de la
víctima) y una duración de la conflagración compatible con el resultado final
de la misma (a veces muchas horas).
En consecuencia, el
fenómeno de la combustión espontánea de los seres humanos probablemente no
existe, y Charles Dickens se dejó arrastrar por una creencia popular sin
base científica. En este punto fue demasiado crédulo.
Arthur Conan Doyle |
Arthur Conan Doyle: Es famoso sobre todo por su personaje, el detective Sherlock Holmes, que se ha convertido en el paradigma de la investigación criminal. Sin embargo, más adelante pasó a creer en la realidad del espiritismo.
Aparte de sus obras relacionadas
con Holmes, escribió tres historias de ciencia-ficción, cuyo protagonista es el
profesor Challenger. La primera y más famosa es The
Lost World (El Mundo Perdido), a la que dediqué un
artículo de este blog, que ha sido adaptada al cine y ha provocado
numerosas imitaciones, una de las cuales, obra de Michael Crichton, tiene el mismo
título que la novela de Conan Doyle. Pues bien, en la tercera novela del
profesor Challenger, The Land of Mist
(La Tierra de la Niebla), este personaje se ha convertido (como
su autor) a la creencia en el espiritismo, cuyo triunfo inminente anuncia, saludándola
como la ciencia del futuro inmediato. Y esto a pesar de que algún medium favorito
de Conan Doyle fue descubierto haciendo trampas, ante lo que el escritor
sostuvo (igual que el medium) que sólo había hecho trampas en esa actuación, pero
que todas las demás fueron genuinas.
Mientras tres de las novelas de Conan
Doyle están entre mis favoritas (El Mundo Perdido, El Perro
de los Baskerville y El Signo de los Cuatro), su diatriba
pro-espiritista, The Land of Mist,
es, sin duda alguna, en mi opinión, la peor de sus obras. Y su credulidad
respecto al espiritismo me parece impropia del creador de Sherlock Holmes.
G.K. Chesterton |
Gilbert Keith Chesterton: Al revés que los dos escritores anteriores, Chesterton se caracteriza por su incredulidad, al igual que su personaje más conocido, el padre Brown. En uno de sus cuentos detectivescos, incluido en la colección La incredulidad del padre Brown, el sacerdote detective dice esto:
Es verdad que yo creo en bastantes cosas
que vosotros no creéis… Creo que hay milagros. Creo que hay tigres comedores de
hombres. Pero no los veo corriendo por todas partes. Y si quisiera un milagro,
sé dónde encontrarlo… Un pequeño empujón os hizo creer en algo preternatural,
pero estas cosas sólo eran naturales.
El simple hecho de que el padre
Brown sea un sacerdote católico hace pensar a los criminales que creerá en cualquier
cosa de apariencia sobrenatural que le presenten. Pero lo que ocurre es
precisamente lo contrario. De ahí la incredulidad del padre Brown.
Quizá Chesterton llevó su incredulidad
demasiado lejos, pues le costó aceptar el carácter científico de la evolución.
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Manuel Alfonseca
Buenos días
ResponderEliminarCon respecto a Chesterton, entiendo que se refiere a su libro "El hombre eterno" y pienso que no entra a valorar cientificamente la evolución. La postura de Chesterton es que la evolución por si sola no basta para explicar la enorme diferencia que hay entre el hombre y el resto de animales. Y todas sus apreciaciones siguen siendo validas a día de hoy, donde se supone que la teoría ha avanzado y se ha sido mostrando valida para explicar muchas cosas ... pero no es capaz de explicar el ser humano. Exagerándolo mucho, una piedra no puede evolucionar a un gusano porque son cosas muy distintas. Pasa lo mismo con el hombre y el reino animal
Un saludo
No funciona el login de google. El anterior comentario era mio. Rafael Lopez, antiguo alumno suyo de la UAM
ResponderEliminarNo me refería a "The everlasting man". Estoy de acuerdo con lo que dices respecto a este libro, uno de mis favoritos. Para comprobarlo, véase mi crítica en Goodreads: https://www.goodreads.com/review/show/1172267739.
EliminarMe refería más bien a sus cuentos, en los que a veces lanza puyas a la teoría de la evolución que no me parecen muy oportunas.
Por cierto, la traducción al español de la obra cumbre de Chasterton (El hombre eterno) me parece incorrecta. "Everlasting" no significa eterno, sino perdurable. La diferencia entre ambos términos la dejó clara Boecio, hace más de mil años. Eterno significa fuera del tiempo, perdurable es un tiempo que no termina.