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En primer lugar, distingamos tres conceptos diferentes:
a) Singularidad tecnológica: el aumento aparentemente exponencial de nuestros
avances tecnológicos tenderá al infinito dentro de muy poco tiempo. Para entonces,
cualquier cosa que queramos hacer será posible hacerla.
b) Transhumanismo: la mejora de la especie humana por medio de la tecnología.
c) Posthumanismo: la generación de una nueva especie como híbrido de los seres humanos y la tecnología.
En septiembre de 2015 tuvo lugar
un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) con el título Singularidad tecnológica, mejoramiento humano y
neuroeducación. Se hablaba del tranhumanismo y de los problemas
éticos que podría plantear. En 2016, varias conferencias de este curso fueron
publicadas en forma
de libro con el título Humanidad ∞. Desafíos
éticos de las tecnologías emergentes. La introducción empieza así:
Para el ingeniero de Google Ray Kurzweil,
la singularidad tecnológica… está cerca. Nuestra especie está a punto de
evolucionar artificialmente para convertirse en algo diferente de lo que ha
sido siempre. ¿Estamos preparados para afrontarlo?
Nótese que los autores de la introducción
creen en lo que dice Kurzweil (que viene diciendo lo mismo desde hace más de
treinta años, y cada vez que lo dice retrasa unos cuantos años la fecha prevista).
No ponen en duda que la singularidad tecnológica está a punto de llegar, y lo
que les preocupa es si estamos preparados para afrontarla. Pero me parece que antes
hay que contestar a una pregunta previa: ¿hay alguna posibilidad de que el
siglo XXI sea testigo del cumplimiento de estas predicciones?
Yo creo que no. Gordon Moore,
famoso por su ley sobre la evolución del hardware de las computadoras, lo
expresó de esta manera en 2003: Ninguna
exponencial dura siempre. Todo crecimiento aparentemente exponencial
acaba terminando por la acción de causas naturales, por agotamiento de los
recursos, o porque se alcanzan límites prácticos. Las curvas que al principio
parecen exponenciales, al final son curvas
logísticas, cuyo crecimiento alcanza un punto de inflexión y
luego se ralentiza hasta llegar a un máximo.
Una de las cosas que suelen hacer
los que creen en la inminencia del transhumanismo es establecer hitos. Si son
relativamente próximos, estos hitos se convierten rápidamente en predicciones
fallidas. Como este, del Proyecto Avatar 2045,
que espera para esa fecha la inmortalidad cibernética. Este es el segundo hito:
La segunda etapa consistiría en desarrollar
un sistema para la preservación y mantenimiento del cerebro fuera del cuerpo
humano y de este modo poderlo trasplantar al robot para su funcionamiento. El
proyecto establece para el periodo 2020-2025 la creación de un sistema de
soporte de vida autónoma vinculado a un robot, “Avatar”, que salvará a las
personas cuyo cuerpo está completamente desgastado o dañado irreversiblemente.
Como se ve, los pronósticos de
este proyecto son muy ambiciosos. Dentro de dos años tendríamos que ser capaces
de sacar el cerebro de una persona enferma y meterlo en un robot, en el que seguiría
funcionando como si no hubiera pasado nada. No parece que vaya a conseguirse. Tampoco
bastará con retrasar algunos años el pronóstico. Por cierto, la primera etapa
(hasta 2020) tampoco se ha conseguido.
Los transhumanistas prevén dos
tipos de mejoras para la especie humana:
- Mejoras tecnológicas relacionadas con la
inteligencia artificial fuerte y su posible fusión
con los seres humanos. Como parten de una filosofía monista materialista,
si esa filosofía fuera falsa, como yo creo, todas estas predicciones
caerán automáticamente por tierra. Pero eso sólo lo señala uno de los
participantes en el libro, el biólogo genetista y bioético Nicolás Jouve.
- Mejoras relacionadas con la biología humana, de las que hay dos tipos: ingeniería genética aplicada al ser humano
(reprogramación del ADN), y mejoras en el funcionamiento del cuerpo (miembros,
sentidos y el cerebro). Estas últimas se dividen a su vez en dos grupos: mejoras
aplicables a personas con dificultades o minusvalías (ojos artificiales, ayudas
neurológicas para personas con Parkinson…); y las que se aplicarían a
personas sanas para aumentar sus capacidades. Las del primer grupo podrían
ser factibles a no muy largo plazo. Las otras probablemente están tan
lejos (o son tan imposibles) como la inteligencia artificial fuerte. Eso
es lo que piensa Nicolás Jouve, mientras Elena Postigo señala que las
cuestiones éticas asociadas al mejoramiento humano deben estudiarse caso
por caso.
Ramón López de Mántaras |
Hace unos años, oí a un
conferenciante afirmar que para 2030 tendríamos robots más inteligentes que los
seres humanos. Quien hablaba no era experto en tecnología. Para apoyar su
afirmación sostenía que me lo han dicho los
jóvenes, que son los que saben de esto. Pero cuando se pregunta
a los verdaderos expertos, que llevamos años trabajando en estos temas, solemos
ser menos optimistas (o menos pesimistas, según se vea) respecto a la
inteligencia artificial. El artículo de Ramón López de Mántaras es un ejemplo en
el libro que comentamos. Lo mismo pasa con la reprogramación genética, como señala Nicolás
Jouve: …este planteamiento puede calar en
pensadores, filósofos y creadores de opinión de escasa formación científica y
que estén próximos a una perspectiva utilitarista.
Me parece bien que se estudien
los problemas éticos asociados a los avances tecnológicos. Pero quizá deberíamos
empezar por el principio: ¿Son factibles esos avances tecnológicos que se nos
presentan como inminentes? Si no lo son, como es muy probable, el estudio de sus
consecuencias pasa a ser secundario.
Ya te estábamos echando de menos, Manuel...
ResponderEliminarSobre la singularidad tecnológica, es muy recomendable esta reciente entrevista a Ramón López de Mántaras:
Ramón López de Mántaras, experto en inteligencia artificial: “La IA sola no resolverá absolutamente nada. Serán los humanos”
También la he encontrado aquí para los que no son suscriptores de El País.
Ramón es un gran divulgador y muy sensato, y expresa muy bien verdades fundamentales. Por ejemplo: "La IA es un instrumento formidable, muy sofisticado, pero no tiene iniciativa, no tiene objetivos, no entiende, no tiene un modelo del mundo, no tiene sentido común."
Hace poco salio la noticia de Un robot amelca que cuando lo encendieron se miraba en El espejo y reaccionaba con curiosidad y tocaba El Cristal Para compro bar la textura
ResponderEliminarObviamente está programado para hacer eso. ¡Es que se lo creen todo!
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